El presidente adopta un tono conciliador tras el golpe de timón en la Casa Blanca en políticas como la construcción del muro y la regularización de 11 millones de migrantes.
La relación entre México y Estados Unidos ha llegado a un punto de remanso después de las turbulencias de las últimas semanas. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha recibido con buenos ojos la ola de decretos que Joe Biden ha emitido apenas tomó posesión para enterrar el legado de Donald Trump en la Casa Blanca, sobre todo en cuestión migratoria. El mandatario mexicano ha celebrado el plan de dar la ciudadanía a 11 millones de inmigrantes y de detener la construcción del muro fronterizo. “Lo vemos muy bien, no tenemos nada que objetar”, ha dicho este jueves López Obrador en su conferencia matutina y ha aprovechado para mandar un mensaje conciliador tras el conflicto diplomático por el caso del general Salvador Cienfuegos: “No hay ninguna amenaza contra México, los que están apostando a que nos vamos a enfrentar al Gobierno de Estados Unidos se van a quedar con las ganas”.
