Una tradición que viola la ley
A partir de la próxima semana, Coca-Cola volverá a recorrer las calles de diversas ciudades del país con sus caravanas navideñas. Renos, osos polares, globos y el emblemático Santa Claus protagonizarán los desfiles que, aunque parecen festivos, podrían estar violando la Ley General de Salud en Materia de Publicidad.
Dicha ley establece que ninguna bebida azucarada ni comida chatarra puede utilizar personajes infantiles para promocionarse. Sin embargo, las caravanas de Coca-Cola están diseñadas precisamente para atraer a niños y niñas, convirtiéndose en un ejemplo claro de cómo una empresa puede evadir las normas con impunidad.
Un país enfermo… y un marketing sin límites
En México, donde en 2024 se registraron 192,563 muertes por enfermedades cardiovasculares y 112,641 por diabetes, el consumo de refrescos continúa siendo una de las principales causas de deterioro en la salud pública.
Según especialistas, beber refrescos de forma habitual puede restar hasta 10 años de vida.
“No hay un personaje con mayor vínculo emotivo con los niños que Santa Claus”, señala Alejandro Calvillo, director de la organización El Poder del Consumidor.
“Estas caravanas constituyen un abuso consciente de la vulnerabilidad infantil frente a la publicidad; es una violación a sus derechos”, denunció en entrevista con Proceso.
Autoridades en silencio
Pese a las denuncias presentadas ante Cofepris y Profeco, ninguna autoridad ha respondido.
Calvillo recuerda que desde hace más de 20 años, organismos como la UNICEF y la OMS recomiendan prohibir toda publicidad que utilice elementos atractivos para la infancia, sobre todo si se trata de productos dañinos para la salud.
“El problema no es la caravana en sí, sino la asociación con el producto. La publicidad más efectiva es la que no se reconoce como tal”, advierte el activista, quien también impulsó el impuesto a las bebidas azucaradas y el etiquetado frontal de advertencia.
Caravanas con espectáculo y dinero de sobra
En 2023, El Poder del Consumidor registró 17 caravanas de Coca-Cola en distintas ciudades del país. Algunas tuvieron despliegues millonarios, como en Monterrey, donde drones formaron la figura de un Santa Claus bebiendo una Coca-Cola.
Para este año, Acapulco y Mexicali —ambas gobernadas por Morena— ya confirmaron la organización de sus caravanas, y se espera que más municipios se sumen en las próximas semanas.
La apropiación de Santa Claus
Desde los años 30, Coca-Cola se adueñó de la imagen moderna de Santa Claus, integrándola a su estrategia publicitaria global.
Hasta 2016, la compañía instalaba un pino de 40 metros en el Zócalo capitalino, coronado con su logotipo y adornado con esferas gigantes de la marca.
El año pasado, el gobierno de la entonces jefa de gobierno Clara Brugada Molina había autorizado una caravana de Coca-Cola por Paseo de la Reforma, pero tuvo que cancelarla ante la presión pública. Finalmente, el desfile se realizó en Iztapalapa, su bastión político.
Entre el brillo y la omisión
Mientras las luces rojas y blancas iluminan las calles, el mensaje detrás de estas caravanas es más oscuro:
una empresa poderosa desafía la ley y las instituciones permanecen calladas.
La pregunta que queda en el aire es inevitable:
¿Hasta cuándo se permitirá que la publicidad de una bebida azucarada se disfrace de Navidad para seguir seduciendo a la infancia mexicana?