El sistema de salud de Estados Unidos se encuentra en pleno cambio desde hace años. Poco a poco, el personal de salud se vuelve más diverso y femenino, y la tradicionalmente alta proporción de hombres blancos médicos va disminuyendo cada vez más.
Pero ¿se ha hecho consciente ese cambio en las personas? Eso quisieron averiguar investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH Zurich), en un estudio realizado en EE. UU.
La amarga verdad: un placebo es significativamente más efectivo cuando lo administra un hombre blanco. Al menos, eso se aplica a las 187 personas blancas de diferentes edades a las que supuestamente se les hizo un test para detectar alergias.
Los pensamientos afectan las reacciones físicas
En pocas palabras, el efecto placebo hace que alguien crea en las propiedades curativas de una medicina o método terapéutico, y esas expectativas positivas activan ciertas regiones del hipotálamo, el centro de control del cerebro que regula funciones corporales importantes, como las emociones y el pensamiento. El pensamiento positivo es suficiente para provocar reacciones físicas.
En el experimento, publicado en la revista PNAS, se provocó una reacción alérgica en la piel de los participantes. Luego les dieron una crema que se suponía que tenía un efecto calmante, pero, en realidad, era una loción completamente ineficaz. Los sujetos fueron tratados al azar por un médico asiático, negro o blanco.
Aunque los individuos no tengan prejuicios hacia los médicos, hombres y mujeres, afroamericanos, sus reacciones físicas hacen visibles los prejuicios inconscientes, señaló la doctora Lauren Howe de la Universidad de Zúrich. Así pues, el efecto placebo es significativamente más débil si la persona que lo trata no corresponde al estereotipo del “hombre blanco”.
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